Por Raúl Miranda , investigador del cine mexicano y titular del Centro de documentacion de la Cineteca Nacional de México.
Primero, apuntemos lo siguiente: Santa, de 1931, no fue la primera adaptación de la popular novela de Federico Gamboa, publicada en 1903. Lo había sido,  Santa, de 1918, dirigida por Luis G. Peredo; en la que interpretaba a la ingenua muchacha de Chimalistac, Elena Sánchez Valenzuela, quien años más tarde,  alrededor de 1943, será artífice del primer archivo fílmico mexicano.
La segunda Santa, tiene enorme relevancia por varias razones: inaugura el cine industrial mexicano, al conjuntar a una serie de creativos empresarios; inicia también el cine sonoro mexicano, con un novedosa tecnología, el sonido óptico (sincrónico en la misma película), inventado por lo hermanos  Rodríguez (Roberto y Joselito); colabora uno de los compositores del momento, Agustín Lara, que compondrá la canción tema;  se recluta a Lupita Tovar, una de las “mexican spitfires” (las otras eran Dolores del Río y Lupe Vélez), quienes hacían carrera en el “Hollywood hispano”, conjunto de producciones de las versiones para el mercado de habla castellana; también los sonidistas hermanos Rodríguez y el fotógrafo canadiense Alex Phillips, vienen de su estancia de aprendizaje en Hollywood para trabajar en México.
La novedosa Compañía Nacional Productora de Películas, conformada, entre otros, por el periodista Carlos Noriega Hope y el realizador Gustavo Sáenz de Sicilia, vislumbra la posibilidad de hacer películas en México. Si bien, el cine mudo mexicano había dado algunos éxitos aislados como: la primera Santa, El automóvil gris (Enrique Rosas, 1919) y En la hacienda (Ernesto Vollrath, 1921); es el cine estadounidense de la era dorada de Hollywood el que dominaba el mercado mexicano. Así, el traumático tránsito del mudo al sonoro del cine de Hollywood, significó para los mexicanos una buena coyuntura para apostar por un cine propio.
El rodaje de la cinta se inició el 3 de noviembre  de 1931 en los estudios de la Nacional Productora con un costo de 45 mil pesos. Se estrenó el 30 de marzo de 1932 en el cine Palacio, de la ciudad de México. Fue en éxito, ese mismo año, la compañía produjo seis películas más.La derrama de ganancias de la película llegó inclusive a su creador literario, Federico Gamboa, quien a pesar de recibir tan sólo el 5% obtuvo varios miles de pesos, al punto de expresar bromeando que, “… así como me ven de decente y respetable, vivo de una mujer de la calle, de mi Santa… “.
La novela se refiere a la vida en los burdeles de la última etapa de la dictadura porfirista, lupanares en los que los hombres de condición económicamente desahogada, y de doble moral, como el mismo Gamboa, ociosamente retozaban.
Con la cinta Santa, de 1931, se amplió la manera de representar en términos cinematográficos el arquetipo mexicano de la prostituta. Santa, cuyo título muestra una  falacia: la de la  mujer abstracta y eterna, pero que revela las complejidades paradójicas de vivir en la esquizofrenia del modus vivendi y el deseo. La prostituta de buen corazón es una invención masculina que pretende borrar en el naciente cine sonoro mexicano las diferencias de clase, las diferencias históricas, las diferencias de psicología, las diferencias culturales, las diferencias económicas, las diferencias sociales, las diferencias…